Cuando los mexicanos vayan a las urnas, lo harán en un país cada vez más polarizado que continúa luchando contra enormes niveles de violencia en grandes extensiones de su territorio.
Decenas de grupos del crimen organizado controlan ahora ciudades, barrios y pueblos rurales. Los cárteles más grandes de México han abierto nuevos frentes violentos en rincones tan lejanos como la extensión selvática de la frontera entre México y Guatemala. No sólo pelean entre ellos, sino que también extorsionan incluso a los estratos económicos más bajos para financiar sus actividades ilícitas.
Incluso la Iglesia católica se vio obligada a intervenir, intentando negociar la paz en zonas de conflicto, pero sus propios sacerdotes fueron secuestrados y asesinados.
Es casi seguro que el próximo presidente de México será una mujer. Los dos principales candidatos son mujeres y el tercero, un hombre de un partido minoritario, está detrás. Esta posibilidad ha despertado la esperanza entre algunos de los sectores más marginados de México, como las mujeres indígenas y los 2,5 millones de trabajadores domésticos, de que sus voces serán escuchadas. Uno de los dos candidatos ofrece continuidad. Las otras promesas cambian.
Otras mujeres, madres de más de 100.000 personas desaparecidas en México, tienen menos motivos para esperar un cambio. La política de “abrazos, no balazos” del presidente saliente Andrés Manuel López Obrador para enfrentar a los cárteles de la droga no ha logrado reducir significativamente los asesinatos. La estrategia de sus predecesores de perseguir a los narcotraficantes en una guerra abierta tampoco mejoró la situación.
Algunos mexicanos tienen la esperanza de que cualquiera de los candidatos pueda acelerar los pasos tentativos y limitados hacia la energía limpia. La mayoría coincide en que López Obrador, un amante de los combustibles fósiles que mantuvo una enorme presencia electoral incluso sin presentarse a las urnas, representó un revés: construyó una enorme refinería de petróleo y puso a los productores de petróleo en desventaja.
Su ungida sucesora, la principal candidata y ex jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, tiene estudios en ciencias climáticas. Dado que gran parte del país sufre escasez de agua y sequías prolongadas, ciertamente existe urgencia y sed de acción.