Cuando Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar se enfrentaron en el caluroso mes de julio del año pasado, la pregunta más importante era si Pogacar estaría físicamente en condiciones de pelear.
Este año, mientras los dos ciclistas se preparan para escribir el próximo capítulo de una de las rivalidades más importantes en la historia del Tour de Francia, el escenario ha cambiado.
Pogacar, el esloveno que ganó dos veces el Tour y finalizó detrás de Vingegaard en las dos últimas ediciones, está físicamente en gran forma antes de la salida del sábado en Florencia, Italia. Es el estado físico del actual campeón danés lo que preocupa a su equipo tras una caída que arruinó la temporada.
“Por supuesto que no sabemos hasta dónde podemos llegar”, admitió Merijn Zeeman, director deportivo del equipo Vingegaard. “Estamos siendo prudentes porque no ha podido competir y su preparación no ha sido la ideal”.
Vingegaard estuvo hospitalizado durante casi dos semanas en España en abril después de una brutal caída en la Vuelta al País Vasco en la que se rompió la clavícula y las costillas, además de colapsar un pulmón.
No ha tenido ninguna carrera competitiva desde entonces, pero será puesto a prueba de inmediato con la primera etapa que llevará a los corredores por una serie de colinas y subidas complicadas que podrían preparar el escenario para una pelea entre los dos competidores.
Antes del accidente, Vingegaard era uno de los favoritos para el Tour tras dominar la competición los dos últimos años. Ahora es difícil saber cómo responderá tu cuerpo.
En cuanto a Pogacar, no se hace muchas preguntas mientras intenta lograr el raro doblete Giro-Tour en una temporada.
“Es mi quinta vez en el Tour y estoy emocionado”, dijo Pogacar. “Hemos estado trabajando duro todo el año como equipo para prepararnos para esto y esperamos poder brindarles a todos algo emocionante que ver”.
Por si su talento no fuera suficiente, contará con el apoyo de sus compañeros de EAU, un grupo que incluye a Juan Ayuso, Pavel Sivakov, Marc Soler, Nils Politt, Adam Yates, João Almeida y Tim Wellens.
Habrá suspenso hasta el final porque la etapa final, tradicionalmente una procesión del líder general a París, será una contrarreloj de 34 kilómetros (21,1 millas) entre Mónaco y Niza.