Sacan a la policía de una ciudad mexicana dominada por narcotraficantes. El ejército se apoderó de sus armas.

La policía de la ciudad de Culiacán, en el norte de México, dominada por un cártel de la droga, fue retirada de las calles después de que los militares confiscaran sus armas, anunciaron las autoridades el lunes.

La medida se adoptó un día después de que alrededor de 1.500 vecinos de Culiacán, capital del estado de Sinaloa, marcharan por el centro de la ciudad para exigir la paz, tras semanas en las que tiroteos entre cárteles dejaron decenas de muertos en la ciudad. tu entorno.

Pero en lugar de anunciar un aumento de la presencia policial, Rubén Rocha, gobernador del estado, dijo el lunes que los 1.000 miembros de la policía municipal no regresarían a sus trabajos hasta que recuperaran sus armas. Hasta entonces, las Fuerzas Armadas, Policía Estatal y Guardia Nacional serán las encargadas de patrullar.

Elementos de la Guardia Nacional y del Ejército patrullan las calles durante un operativo en un barrio de Culiacán, Sinaloa, en el norte de México, el jueves 19 de septiembre de 2024.

(Eduardo Verdugo/AP)

Rocha, perteneciente al oficialismo Morena, indicó que se decidió retirar las armas para una inspección de licencias y números de serie como parte de un control “excepcional” y aseguró que espera que la revisión “concluya pronto”.

Históricamente, el ejército mexicano ha confiscado armas a las fuerzas policiales locales, ya sea porque sospechan que algunos oficiales trabajan para bandas de narcotraficantes o porque suponen que portan armas privadas no registradas, lo que haría que los abusos fueran más difíciles de rastrear.

En 2018, por ejemplo, el ejército confiscó armas a la policía municipal en la ciudad central de Cuernavaca, capital del estado de Morelos, para realizar una inspección similar. En aquella ocasión, las autoridades indicaron que esta medida tenía como objetivo garantizar “fuerzas de seguridad confiables”.

Un hombre pasa en bicicleta.

Un hombre pasa en bicicleta por la escuela primaria Lázaro Cárdenas, que estuvo cerrada temporalmente debido a la violencia en Culiacán, Sinaloa, norte de México, el jueves 19 de septiembre de 2024.

(Eduardo Verdugo/AP)

Cientos de soldados del ejército han sido trasladados a Culiacán desde que estallaron enfrentamientos entre dos facciones del Cartel de Sinaloa después de que los narcotraficantes Ismael “El Mayo” Zambada y Joaquín Guzmán López, hijo del narcotraficante encarcelado Joaquín “El Chapo” Guzmán, fueran detenidos en Texas. el 25 de julio, tras llegar en una avioneta.

Semanas después, Zambada afirmó haber sido secuestrado y obligado a subir al avión por Guzmán López, lo que desencadenó una violenta batalla entre la facción de Zambada y el grupo “Chapitos”, formado por los hijos del excapo.

La protesta del domingo fue la primera marcha de este tipo que los residentes se atrevieron a realizar desde que estallaron los enfrentamientos entre ambos bandos. Ha habido informes de tiroteos incluso en las zonas centrales y barrios exclusivos de Culiacán, y los padres se han resistido a enviar a sus hijos a la escuela desde principios de septiembre.

Las escuelas de Culiacán han recurrido en gran medida a las clases en línea para evitar los tiroteos que ocurren casi a diario en la ciudad. El lunes, hombres armados mataron a tiros al líder del sindicato de agricultores local, Faustino Hernández, a plena luz del día en una calle del centro de la ciudad.

La asociación civil “Culiacán Valiente” organizó a los vecinos para vestirse de blanco el domingo mientras portaban pancartas que decían “¡Recuperemos nuestras calles!”

“Queremos volver a clases presenciales sólo si se garantiza la seguridad de los estudiantes”, dijeron los organizadores de la marcha en un comunicado.

Rocha reconoció que la batalla es entre dos facciones de los cárteles -los llamó “Chapitos” y “Mayitos”- y prometió luchar contra ambas por igual.

“Está claro que aquí hay dos grupos en conflicto”, dijo Rocha al referirse a la disputa en su estado. “La autoridad existe para enfrentarlos en igualdad de circunstancias, sin excepción alguna para ambos”, añadió.

Ambos grupos comenzaron a dejar carteles en los cadáveres para identificar su organización: los “Chapitos” colocan trozos de pizza (derivado del apodo colectivo del grupo “La ChaPIZA”), mientras que los partidarios de Zambada colocan sombreros a las víctimas de los vaqueros, lo que refleja. la creencia de que la facción de Zambada es más de la vieja escuela que el joven Guzmán.

La situación llegó a tal punto que hombres armados del cártel comenzaron a secuestrar autobuses y camiones y a prenderles fuego para bloquear las vías de entrada y salida de Culiacán.

Rocha reconoció que estuvo atrapado durante horas en el tráfico el viernes, luego de uno de los bloqueos del cártel, cuando viajaba a la ciudad turística de Mazatlán para reunirse con el presidente saliente Andrés Manuel López Obrador.

El lunes, el gobernador prometió desplegar cinco escuadrones “antibloqueo” de policías estatales y militares en carreteras cercanas a Culiacán, los cuales estarían equipados con camiones cisterna para apagar las llamas y remolcar los restos.

Incluso el comandante del ejército local, general Francisco Leana Ojeda, reconoció recientemente que las autoridades querían que el conflicto terminara “lo más rápido posible, pero no nos corresponde a nosotros, nos corresponde a los grupos antagónicos dejar de enfrentarnos”. .

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