Este ícono feminista vivió hasta los 99 años, tiempo suficiente para tomar posesión de la primera mujer presidenta de México.

México se despidió el lunes de Ifigenia Martínez, un ícono feminista de la izquierda política del país, quien falleció el sábado a la edad de 99 años, apenas cuatro días después de presidir el traspaso del poder a Claudia Sheinbaum, la primera mujer presidenta de México.

El féretro de Martínez, envuelto con la bandera mexicana, fue trasladado al Palacio Legislativo de San Lázaro, sede del Congreso, donde los legisladores rindieron homenaje a un pionero que se desempeñó como embajador, senador y, al momento de su muerte era presidente de la Cámara de Diputados.

Sheinbaum asistió anteriormente a un homenaje a Martínez, a quien elogió como una inspiración para generaciones de mujeres e izquierdistas mexicanas.

El ascenso de Sheinbaum a la presidencia culminó décadas de batalla por la igualdad de derechos en una nación con un largo legado de chovinismo masculino – y donde las mujeres no obtuvieron el derecho al voto hasta 1953.

Tras el fallecimiento de Martínez, Sheinbaum elogió a su ídolo en las redes sociales.

“El 2 de junio voté por Ifigenia Martínez, una mujer de principios y convicciones. El 1 de octubre recibí de sus manos la banda presidencial. Hoy nos dejó”, escribió Sheinbaum. “Le envío todo mi cariño y solidaridad a sus familiares, compañeros y amigos. Nos vemos por siempre [Forever onward] querida maestra Ifigênia.”

Después de votar en las elecciones nacionales del 2 de junio, se le preguntó a Sheinbaum, una activista de izquierda desde hace mucho tiempo, qué candidato presidencial había recibido su voto.

“Ifigenia Martínez”, respondió Sheinbaum sin dudarlo.

Se escribió porque el nombre de Martínez no estaba en la boleta. Pero Sheinbaum buscó rendirle un homenaje simbólico al pionero.

Tras su elección, Sheinbaum ensalzó a Martínez como “una de las mujeres que abrió el camino para muchas mujeres en México”.

El 1 de octubre, un Martínez enfermo presidió la toma de posesión de Sheinbaum ante la observación de cientos de legisladores y jefes de estado visitantes.

Martínez, respirando con dificultad, recibió la banda presidencial –con los colores de la bandera mexicana y un escudo nacional bordado en relieve– de manos del presidente saliente Andrés Manuel López Obrador y se la entregó a Sheinbaum, finalizando simbólicamente el traspaso de poder.

El día antes de su muerte, Martínez publicó en sus redes sociales: “La llegada de la doctora Claudia Sheinbaum a la presidencia es la culminación de una lucha que ha durado generaciones enteras de mujeres. Mujeres que con valentía desafiaron los límites de nuestro tiempo”.

Participar en la transición histórica sobre la que escribió fue “uno de los mayores honores” de su vida. “Todo mi amor, querido presidente”.

Fue el final de décadas de activismo político para Martínez.

Fue elegida por primera vez en 1976 para la Cámara de Diputados. En la década de 1980, Martínez estaba entre los líderes políticos de izquierda detrás de un bloque reformista que eventualmente formó una base para el Movimiento de Regeneración Nacional, o Morena, formalmente registrado como partido político hace una década por López Obrador. Sheinbaum se postuló para la presidencia bajo la bandera de Morena y obtuvo una victoria aplastante contra una coalición opositora de centroderecha.

Morena, con Sheinbaum como abanderada, domina ahora la política mexicana.

Además de su celebrada carrera política, Martínez se desempeñó como embajadora de México ante las Naciones Unidas y como jefa del departamento de economía de la Universidad Autónoma de México (UNAM), también alma máter de Sheinbaum, quien tiene un doctorado en ciencias del clima.

Según la UNAM, Martínez fue la primera mujer mexicana en recibir una maestría en economía de la Universidad de Harvard, donde también obtuvo un doctorado.

Como miembro de la facultad de la UNAM en 1968, Martínez expresó abierta oposición a la ocupación militar de partes del campus durante las manifestaciones a favor de la democracia de 1968.

En una de sus primeras declaraciones públicas como presidente, Sheinbaum, de 62 años, se llamó a sí mismo “niño de 1968” y ofreció una disculpa formal del Estado por la masacre de estudiantes y otros manifestantes por parte de las fuerzas de seguridad mexicanas durante las manifestaciones de 1968 en Ciudad de México.

Fuente