Oppenheimer: ¿Qué harían los candidatos mexicanos con respecto a Cuba y Venezuela?

Malas noticias para los defensores de la democracia y los derechos humanos en todo el continente: Claudia Sheinbaum, la candidata oficial para las elecciones presidenciales del 2 de junio en México, ha dado señales bastante claras de que –si gana– mantendría el actual apoyo de su país a Cuba, Venezuela y otras dictaduras.

En el tercer y último debate presidencial, el pasado 19 de mayo, Sheinbaum dijo que “vamos a reivindicar la política exterior que ha seguido el presidente de la república” Andrés Manuel López Obrador. Agregó que “la política exterior de López Obrador es un orgullo, es un símbolo de orgullo”.

Es más, Sheinbaum defendió tácitamente al fallecido dictador cubano Fidel Castro. En el debate criticó al ex presidente mexicano Vicente Fox por decirle al líder cubano que “comes y te vas” en la Cumbre de las Américas de 2002 en Monterrey, México. Bajo su presidencia, no habría tal descortesía hacia Cuba, sugirió el candidato.

López Obrador ha sido un aliado clave de Venezuela y Cuba. Cuando asumió el cargo en 2018, invitó al dictador venezolano Nicolás Maduro a su toma de posesión en México, a pesar de un esfuerzo regional para aislar al gobernante venezolano después de que fuera reelegido fraudulentamente unos meses antes.

López Obrador también firmó generosos acuerdos con Cuba para traer misiones médicas cubanas a México y suministrar petróleo a precios preferenciales a Cuba. El año pasado, López Obrador otorgó la Orden del Águila Azteca, la más alta distinción que otorga México a dignatarios extranjeros, al dictador cubano Miguel Díaz-Canel. El régimen de Díaz-Canel tiene más de 1.000 presos políticos, según el grupo de derechos humanos Human Rights Watch, y no ha permitido ni una sola elección libre en más de 60 años.

Xóchitl Gálvez, la candidata presidencial de la principal coalición opositora que desafiará a Sheinbaum en estas elecciones, dice que cambiaría radicalmente la actual política exterior de México, que califica de “lamentable”.

En una entrevista hace unos días, Gálvez me dijo que sus principales prioridades en política exterior serían defender los derechos humanos y mejorar los vínculos con los principales socios económicos de México, especialmente Estados Unidos y Canadá.

“Para mí es muy triste que (López Obrador) haya invitado a dictadores a sus desfiles, como lo hizo con los de Cuba, o a ejércitos como los de Rusia, Nicaragua y Venezuela”, me dijo.

Gálvez dijo que, como presidente, dejaría de darle dinero a Cuba. “Los médicos cubanos reciben tres centavos y lo que se le pagó a su dictadura son millones de dólares. Y el petróleo te lo entregaban prácticamente a precio cero”, me dijo.

Cuando le pregunté sobre la afirmación de Sheinbaum de que la actual política exterior de México se basa en el principio de no intervención en los asuntos internos de otros países, Gálvez me dijo que eso es pura hipocresía. López Obrador se entromete constantemente en los asuntos internos de países con cuyas ideologías no está de acuerdo, me dijo Gálvez.

De hecho, López Obrador interfirió descaradamente en los asuntos internos argentinos cuando dijo, semanas antes de las elecciones presidenciales argentinas de 2023, que el entonces candidato Javier Milei, un liberal libertario, es un “fascista ultraconservador”. Asimismo, el mandatario mexicano calificó de “usurpadora” del poder a la presidenta de Perú, Dina Boluarte, pese a haber sido designada constitucionalmente por el Congreso peruano.

Si Sheinbaum gana, siempre existe la posibilidad de que abandone sus promesas de campaña e incluya los derechos humanos y la democracia entre sus prioridades de política exterior. Pero es difícil hacerlo, porque siempre ha sido un apoyo incondicional a López Obrador y, más importante, porque el presidente saliente tendría mecanismos legales para mantenerlo bajo su control.

Según una ley aprobada durante el gobierno de López Obrador, México puede realizar un referéndum revocatorio del presidente a mitad de su mandato. En otras palabras, si López Obrador sigue siendo popular, podría pedir a sus seguidores que exijan la destitución de quien esté en el poder, incluida Sheinbaum.

Lo que dijo Sheinbaum en el debate es un mal augurio. Si gana, es probable que se convierta en un nuevo aliado de las dictaduras.

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