Crítica de ‘Cuando llega el otoño’: el encantador drama familiar de François Ozon es una cuestión de vida o muerte – Festival de Cine de San Sebastián

Algunas personas están mejor muertas. Ésa es la conclusión final del nuevo drama nacional del prolífico cineasta francés François Ozon, que se estrenó en el Festival de Cine de San Sebastián esta semana, pero presentado con una ternura tan astuta, una gracia tan astuta (no, en realidad, una dulzura tan astuta) que nada puede refutarlo.

Esas cualidades (dulzura, gracia y dulzura) están capturadas en gran medida en la inmaculada personalidad de Michelle (Hélène Vincent, 81 años en la vida real y algo de lo mismo aquí). Michelle es una heroína en su pequeña pero plena vida y en la de muchas otras, una mujer con el tiempo y la inclinación a ser amable. El día que lo conocemos, lleva a su mejor amigo a la prisión donde está recluido su hijo Vincent (Pierre Lottin). Visitar las cárceles es agotador. Michelle espera afuera, lista para escuchar a Marie-Claude (Josiane Balasko) abrirse el corazón al salir, confiada en que su hijo abusivo nunca cambiará. “Confía en él”, insistió Michelle.

Ozone, cuyas películas anteriores incluyen poticheIndonesio: Por la gracia de Dios Y Francés —es decir, de la comedia al melodrama—, siempre un cineasta limpio y elegante. Cuando llega el otoño es ozono menor; por supuesto, es menor en comparación con el lujo delirante Ocho mujeres o la oscuridad de una película como Piscina – pero la película duplica su refinamiento habitual, uniéndose como Legos de diseñador. No se desperdicia palabra, no se exagera ninguna información sobre un personaje, mientras que la trama se desarrolla a un ritmo muy mesurado, sus diversas inversiones se mezclan exactamente como instrumentos solistas en una orquesta.

Cinco minutos después, tenemos una imagen clara de la vida de Michelle en el nido de ratas de su pueblo. Comulga, cultiva su huerto, cocina comida deliciosa para él y para los demás, camina por el bosque para recoger setas, charla con Marie-Claude y espera conocer a su hija Valerie (Ludivine Sagnier) y a su nieto Lucas, un niño. Niño de unos 11 años (Garlan Erlos). Una llamada telefónica en la carretera confirmó que Valerie estaba en medio de un divorcio. También es muy desagradable, incluso en un minuto.

Así que ya sabemos que cuando Michelle le sirve setas venenosas en el almuerzo y tiene que hacerle un lavado de estómago, él no va a ser generoso y mucho menos encontrará humor en ello: de hecho, acusa a su madre de intentar matarlo. Su ira era tan terrible que Michelle se estremeció al pensar que tal vez en realidad había intentado matarla. O estaba perdiendo la cabeza, como le admitió a su médico. Quizás, como insistió Valerie, debería entregarle la casa antes de que ella se volviera demasiado indecisa.

Un hijo adulto codicioso, un padre que intenta mantener la paz: es un escenario bastante familiar, en el que Ozon y el coguionista Philippe anuncian un cambio oportuno. Hay muertes, confesiones y, justo cuando el polvo parece haberse calmado, una investigación por parte de una policía muy embarazada (Sofia Guillemin). Nadie aquí sabía exactamente qué pasó en el balcón de Valerie, pero todos instintivamente se cubrieron unos a otros; tal vez sea mejor no saberlo. Hay una pequeña revelación que confirma indicios anteriores de que Michelle tiene un pasado oscuro; ella es la inconfundible figura de abuela sugerida por su quiche perfecto y su entusiasmo por el juego.

Apilados en un solo párrafo, con todos los giros y vueltas e identidades ocultas chocando con cadáveres -y además, como una de las marcas registradas del director, la aparición ocasional de un fantasma-, cuyo material Cuando llega el otoño lo que implica que se trata de una película de suspenso tenso. En cambio, la película se desarrolla tan suavemente como las hojas de otoño que caen al suelo del bosque. Los árboles se volvieron de un rojo oxidado; La luz del fuego arde. Michelle, su nieta, el exmarido de su hija y el hijo descarriado de su amiga han podido formar una familia, quizás imperfecta pero libre de conflictos. En un final sobrio ambientado casi una década después, se muestra a la propia Michelle envejeciendo, lista para pasar toda la vida como debería. Es la “estación de la niebla y los frutos rojos” según John Keats, la calma después de las tormentas de verano.

Título: Cuando llega el otoño
Festival: San Sebastián (Concurso)
Ventas Internacionales: Recreo
Distribuidor:
Lazona Pictures y Caramel Films (España)
Director/guionista: François Ozon
Elenco: Hélène Vincent, Josiane Balasko, Ludivine Sagnier, Pierre Lottin, Garlan Erlos, Sophie Guillemin
Duración: 1 hora 42 minutos

Fuente